La Asociación de empresas de Petróleo, Gas y Energía Renovable de América Latina y el Caribe (ARPEL), junto a la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y la International Gas Union (IGU), publicaron recientemente un White Paper titulado: El gas natural en la transición hacia economías bajas en carbono – El caso de Latinoamérica y el Caribe –.

El documento provee una visión general sobre el rol del gas natural y los gases verdes o bajos en carbono en la transición energética, en el contexto específico de Latinoamérica y el Caribe. El mismo tiene como objetivo contribuir al diálogo energético internacional y al entendimiento de los beneficios que el gas natural y los gases bajos en carbono brindan en el proceso de transición energética.
Asimismo, el documento también provee evidencia y análisis con el fin de facilitar información a las partes interesadas sobre las oportunidades y desafíos para la región.
En el marco de la publicación, GNL GLOBAL obtuvo una entrevista exclusiva con Carlos Garibaldi, Secretario Ejecutivo de Arpel, quien destacó los fundamentos y aspectos más importantes del gas natural licuado (GNL) en la región.
Sr. Garibaldi en su opinión, ¿Cuál ha sido la mayor contribución de la industria del GNL en América Latina y el Caribe?
Resp: Es muy difícil englobar en una sola palabra la contribución del GNL a la región, porque ha tenido roles diferentes según las condiciones particulares del país y el momento del tiempo que se considere.
En el caso de los países exportadores, que son Trinidad & Tobago y Perú, ha indudablemente resultado ser un canal de desarrollo y de monetización de reservas que, de otra manera, no se hubieran desarrollado. Además, los desarrollos exportadores apalancan naturalmente el desarrollo de los mercados domésticos, contribuyendo al crecimiento económico y a la reducción de la intensidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso de los países importadores se dan muchas situaciones, pero creo que podemos resumirlo en que el GNL ha aportado seguridad y flexibilidad a los sistemas energéticos de la región.
Por ejemplo, en el caso de Chile, el GNL se ha consolidado fuertemente luego de haberse instalado dos terminales para sustituir las importaciones por gasoducto desde Argentina tras la crisis del gas hace ya casi 20 años.
Por otra parte, tenemos el caso de países muy dependientes de la energía hidroeléctrica, en que el GNL es el encargado de cubrir la variabilidad estacional, como quedó más que en evidencia en Brasil tras la sequía récord sufrida en 2021, o como sucede por ejemplo en Colombia, tan expuesta a las oscilaciones del fenómeno de El Niño y La Niña.
En el caso de Argentina, si bien el GNL ha tenido un rol cambiante, siempre ha sido fundamental en la cobertura de la variabilidad estacional, no de la energía hidroeléctrica, sino del consumo de gas, el cual se duplica durante los meses fríos del invierno y no tiene, como sí existe en Europa, capacidad de almacenamiento subterráneo.
Por último, cabe mencionar también a países en que el driver principal del GNL ha sido ser parte de la base del abastecimiento, diversificando la matriz energética, y sustituyendo combustibles más contaminantes como el diésel o el fueloil; podemos ubicar en esta categoría a países como Panamá, República Dominicana o El Salvador.
En síntesis, el GNL ha traído crecimiento y desarrollo económico, fundamentalmente en países exportadores, mientras que también ha traído seguridad y flexibilidad a los mercados energéticos, a la vez que contribuyó también a la descarbonización de las matrices.
Sr. Garibaldi, en la actualidad ¿Cómo esta compuesto el mercado de GNL de América Latina y el Caribe?
Resp: Como mencioné anteriormente, existen dos países exportadores en la región, en el caso de Trinidad & Tobago, con una capacidad de licuefacción de 14,5 mtpa y Perú, con una capacidad de 4,5 mtpa. Según datos publicados por la IGU, en 2021, el primero exportó 6,2 MT, principalmente a la región y a Europa y el segundo 2,5 MT, principalmente a Asia, aunque con un rol creciente de Europa también. Ambos algo por debajo del promedio de los últimos años, alcanzando alrededor del 3% del total del mercado.
En el caso de las importaciones, Argentina, Brasil y Chile son los principales importadores, y a pesar de la variabilidad, sobre todo en Brasil, las importaciones de la región en su conjunto representan aproximadamente el 4% del mercado.
Si bien a nivel global la región es relativamente marginal en el mercado de GNL, el mismo ofrece grandes posibilidades de desarrollo futuro y cumple un rol fundamental en las matrices energéticas de los diferentes países.

Se ha dicho mucho que el GNL contribuye con la flexibilidad y la seguridad energética de los países importadores, ¿Cuáles han sido los principales retos y desafíos que enfrenta la industria del GNL en la región?
Resp:: Como toda industria de infraestructura, creo que los principales desafíos tienen que ver con el desarrollo y el financiamiento de proyectos en condiciones de incertidumbre.
De todas formas, en la región se han desarrollado más de 20 terminales en las últimas dos décadas, y existen grandes proyectos en curso, por ejemplo, en Brasil, pero también en otros países.
Creo que a futuro uno de los principales retos estará en el financiamiento, y en la comprensión del rol del gas natural y el GNL en la transición energética, tanto de Latinoamérica como a nivel global.
Instituciones como la que represento tenemos la misión de establecer el diálogo fluido entre los diferentes stakeholders, principalmente entre industria, gobierno y sector financiero. De hecho, este documento que hemos lanzado recientemente “Natural gas in the transition to low-carbon economies – the case for Latin America and the Caribbean” (https://arpel.org/library/publication/542/) junto a la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y la International Gas Union (IGU), tiene precisamente este fin, el de contribuir al diálogo informado y encontrar caminos en común para facilitar los proyectos que la región necesita para continuar su senda de desarrollo y descarbonización, con seguridad energética y en el marco de la transición energética justa.
Pero además, atraer los ingentes capitales necesarios para emprendimientos energéticos de cualquier índole requiere de ecosistemas legislativos, fiscales, regulatorios y judiciales que sean sólidos, alineados, eficientes, transparentes y, sobre todo estables, para dar predictibilidad a importantes factores de la decisión de inversión.
¿Es posible hablar de Integración Energética con GNL en la región?
Resp: Sin dudas que sí, pero no como algo que hoy esté sucediendo, sino como potencial de desarrollo futuro.
El mercado de GNL ha madurado y va a seguir madurando, en la medida de que se sigan incorporando puntos de entrada y salida, es decir, nuevos proveedores y demandantes; adquiriendo así una mayor liquidez y seguridad.
De esta manera, no tenemos que pensar solamente en mercados que se integren a través de gasoductos que requieren grandes inversiones y estabilidad, sino también a través del GNL que provee una mayor capacidad de adaptación a condiciones cambiantes.
Por ejemplo, el gasoducto bajo construcción a una nueva terminal de licuefacción a construirse en Argentina para el gas de Vaca Muerta (potencial de 200 Tcf), serviría tanto para exportar a países de la región, como al mundo.
Ya para finalizar, de cara el futuro, ¿Cuál considera Usted es el rol que juega el GNL en la Transición Energética de la región y cuáles países tiene un potencial para exportarlo?
Resp: Parecería ser bastante cierto que el GNL va a jugar un rol creciente en la región en el corto y mediano plazo, y así lo plantean los escenarios de las principales agencias internacionales del sector energético, en línea con lo que sucedería también a nivel internacional.
Como mencioné antes, el rol depende mucho del país en cuestión y sus condiciones particulares; pero en este caso creo que las palabras clave son seguridad energética y flexibilidad, además de todos los demás atributos que sabemos que provee el gas natural como energético para la transición.
En cuanto a la exportación, lógicamente que esto requiere de disponer abundantes recursos, competitivos en cuanto a su costo de extracción y costos logísticos, y de excedentes para poder comercializar. En tal sentido, vemos diferentes polos que podrían desarrollarse en la región.
En primer lugar, Argentina, con los virtualmente infinitos recursos de Vaca Muerta, que han demostrado ser muy competitivos, una buena infraestructura de transporte que está ampliándose y la capacidad de salir hacia la cuenca del Atlántico. Entendemos que existe un nivel de acuerdo sobre la temática a nivel de las autoridades, que hay interés de empresas y que se han realizado avances concretos, sin embargo, se requieren grandes inversiones, estimadas en 5.000 millones de dólares, por lo tanto, el proyecto también tiene su grado de complejidad, pero creo que se puede ser optimista en cuanto a su realización.
Otro polo crítico en esta historia es Trinidad & Tobago. El país caribeño, un exportador tradicional de GNL, el primero en la región, el cual inició sus operaciones de exportación hace más de 20 años. Sin embargo, la producción de este país ha iniciado su declinación desde los picos obtenidos en 2014; y la restitución de la producción no puede ser algo inmediato, más allá de los esfuerzos que el país se encuentra realizando en este sentido. La capacidad ociosa que pueda generarse a nivel de la planta de licuefacción y la industria química[1] podría abrir las puertas al gas venezolano, dado que existen grandes volúmenes de reservas probadas en el offshore, por ejemplo el campo Dragón, que podría ser desarrollado como un tie-back a la infraestructura del campo Hibiscus en Trinidad & Tobago.
Se podría generar así una rápida oportunidad de offtake, algo que siempre es tan complejo en esta industria. También se han visto movimientos en este sentido, es algo que tiene lógica para ambos países y para las empresas involucradas, pero todavía existen barreras políticas y la necesidad de desarrollar infraestructura.
Otro polo interesante lo tenemos en México, que está revirtiendo su condición de importador de GNL hacia una potencial posición exportadora, llevando hacia la cuenca del Pacífico el gas producido en Estados Unidos, más precisamente en Texas, aprovechando la gran infraestructura de transporte construida para la importación de shale gas. Por otra parte, en muchos países de la región se están confirmando recursos offshore, es el caso de Colombia, Brasil, Guyana y Surinam. Sin embargo, vería a los dos primeros más volcados al mercado interno, mientras que Guyana y Surinam, confirmando grandes volúmenes de recursos, pero debido a las escalas de sus mercados internos, más enfocados en la exportación. En esos dos casos, son proyectos complejos porque requieren asegurar una demanda para apalancar grandes obras de infraestructura.
Por último, el caso de Perú, el único país exportador de GNL de América del Sur, con recursos de gas en la región de la selva amazónica, e infraestructura de exportación ya existente, podría pensarse a futuro en expansiones de capacidad si los esfuerzos exploratorios acompañan.
[1] Trinidad y Tobago es uno de los principales exportadores mundiales de amoníaco y metanol, y el país más industrializado del Caribe.
Para descargar la publicación accede al siguiente enlace => ARPEL
Carlos Garibaldi
Carlos Garibaldi es el Secretario Ejecutivo de ARPEL, con sede en Montevideo. ARPEL es la asociación de las empresas de petróleo, gas y energía renovable de Latinoamérica y el Caribe.
Con más de 40 años de experiencia en la industria del petróleo y del gas, Carlos se ha especializado en estrategia corporativa, planeación y valorización de portafolios de producción y de exploración, desarrollo de negocios, transacciones de activos y corporativas, diseño de términos contractuales y fiscales y de rondas licitatorias, y en negociaciones internacionales.
Carlos ha tenido cargos técnicos, supervisores y ejecutivos en Amoco, San Jorge, Chevron, The Scotia Group, Harrison Lovegrove, Standard Chartered Bank, Tecpetrol, HSBC, Ecopetrol, Arthur D. Little y Plata Energy. Cuenta con título de Ingeniero Químico (U. de Buenos Aires), M.Sc. en Ingeniería del Petróleo (U. of Tulsa) y MBA (Rice University).