Publicado por The Sandiego Union Tribune |ROB NIKOLEWSKI
Un proyecto de expansión de gas natural licuado (GNL) propuesto en una instalación en Baja California operada por la subsidiaria mexicana de Sempra Energy de San Diego sigue en suspenso mientras los funcionarios de la empresa esperan obtener un último permiso del gobierno mexicano.
Ejecutivos de IEnova, con sede en la Ciudad de México, dijeron en una conferencia telefónica con analistas de energía el jueves que los efectos de la pandemia de COVID-19 han ralentizado el proceso de regulación.
“Estamos trabajando muy de cerca con el gobierno para recibir el permiso que aún nos falta y confiamos en que lo vamos a conseguir”, dijo Carlos Ruiz Sacristán, presidente ejecutivo de IEnova y el director general de Sempra North American Infrastructure. “Esto es muy importante para nosotros y somos muy optimistas al respecto”.
La planta de Energía Costa Azul cerca de Ensenada ya tiene la capacidad de importar embarques de GNL, pero está tratando de añadir componentes al sitio para poder licuar y exportar gas a los mercados —particularmente en Asia— que buscan reemplazar el carbón y otros combustibles con gas natural para calentar los hogares e iluminar las empresas. El proyecto también puede suministrar gas a mercados aislados dentro de México.
El gas entraría en México desde Estados Unidos a través de un gasoducto con una inversión de 400 mil millones de dólares en el lado mexicano de la frontera.
Los funcionarios de IEnova y Sempra esperaban tomar una decisión final sobre si proceder con el proyecto a finales de junio, pero no pueden decidirlo hasta que se conceda el permiso final.
“Este permiso será el primero de este tipo en México”, dijo la CEO de IEnova Tania Ortiz Mena, que dijo que el secretario de energía de México “ha dedicado mucho tiempo” a evaluar el permiso de exportación. “Creo que hemos respondido a todas sus preguntas, cumplido con todos sus requisitos.”
Por mucho tiempo el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el cargo desde diciembre de 2018, criticó la reforma energética validada por sus predecesores que alienta la inversión privada de las empresas extranjeras en los sectores de la energía y la electricidad de México.
El proyecto Energía Costa Azul se considera potencialmente lucrativo por su ubicación. Dado que la mayoría de las instalaciones de exportación de GNL de Estados Unidos están ubicadas en la costa del Golfo de México, los envíos que se dirigen a Asia deben pasar por el Canal de Panamá. Pero si el GNL sale de un sitio en la costa oeste les ahorraría las tarifas de peajes del Canal de Panamá y llegaría a su destino en aproximadamente la mitad del tiempo.
En mayo, el proyecto formalizó acuerdos de 20 años con Total de Francia y Mitsui de Japón que cubrirían toda la capacidad del GNL producido por la expansión propuesta.
El año pasado, Sempra abrió una instalación de GNL en Cameron, Luisiana, con una inversión de 10 mil millones de dólares en la costa del Golfo de México y la compañía está considerando abrir otra instalación de licuefacción y exportación en la cercana Port Arthur, Texas.
Sin embargo, la decisión final sobre la inversión en Port Arthur fue retrasada hasta el siguiente año ya que el mercado mundial de GNL se ha ralentizado en los últimos meses debido a que la demanda general de energía se redujo debido a los efectos de la pandemia.
“Nuestra opinión es que la perspectiva fundamental a largo plazo de la demanda de GNL no ha cambiado”, dijo la portavoz de Sempra, Paty Ortega Mitchell, en un correo electrónico. “La estrategia a largo plazo de Sempra LNG se basa en nuestra opinión, que creemos que comparten nuestros socios comerciales, de que el gas natural, particularmente en forma de GNL, desempeñará un papel fundamental en la satisfacción de la creciente demanda mundial de energía durante las próximas décadas, especialmente en Asia, a medida que los países sigan trabajando hacia la transición energética”.
Los grupos ecologistas criticaron los proyectos de exportación de GNL, diciendo que extienden la quema de combustibles fósiles y contribuyen a las emisiones de metano, que es unas 30 veces más potente que el CO2 cuando se libera a la atmósfera.